jueves, 21 de junio de 2012

Starless Night (VI)

Cuando nos separamos, nuestros ojos se encuentran, después de tanto tiempo...
-Vaya, Lucy, sí que has cambiado...
Y tenía razón. Ahora llevaba el pelo corto y había dejado el estilo gótico de lado, más que nada porque me hacía destacar demasiado.
-Pues no puedo decir lo mismo de ti, tú sigues igual, la verdad.
Después de esto nos quedamos en silencio, mirándonos el uno al otro, analizándonos, hasta que él se levanta y me arrastra consigo. 
-Demos un paseo.
Desde que empezó a hablarme de allí, de todas las cosas que habían pasado, de lo mucho que me echaba de menos sabía que al final me pediría que regresara con él.
Pero no podía, y además, era demasiado tarde.
Cuando él me pidió que volviéramos juntos y yo le dije que no, que no podía aparecer en mi vida una noche y pedirme que dejara todo lo que había construido porque me echara de menos. Yo también le echaba de menos a él, pero yo había conseguido rehacer mi vida y le pedí que también siguiera con la suya y que se olvidara de mi, él comenzó a gritarme, a decirme que era una egoísta, que le había abandonado y que si creía que había sido fácil para él.
-¿Pero acaso crees que fue fácil para mi? 
Vale, pude ser egoísta y no pensar en todos los que estabais conmigo allí y que debería haberos dicho algo, pero me conocíais de sobra y sabíais como era y me sentía demasiado agobiada con vosotros, sobre todo contigo.
Si no hacía lo que tú querías, era malo, si no era como tú querías, era malo, y yo me cansé de aguantar tus caprichos, tus cambios de humor y tus indecisiones.
No soy la única egoísta aquí y no te consiento que me digas todo esto, así que vuelve por donde has venido, no tienes nada que hacer aquí.
Si las miradas matasen... Oh, si las miradas matasen ya no estaría aquí.
-Bueno, pues que seas feliz.
-Lo mismo te digo.
Se fue sin decir nada más y cuando desapareció de mi vista eché a correr hacia casa.
Me sentía bien, más libre que nunca.
Al llegar a la puerta, abrí con mucho cuidado y me adentré en la oscuridad.
Allí estaba ella, dormidita, ajena a todo... Me dio tanta envidia... Pero ya se había acabado todo, ya no me atormentaría más su recuerdo.
Me desnudé, me metí en la cama con ella, la abracé y me quedé dormida a su lado hasta mucho después del mediodía. Ninguna tenía prisa por separarse de la otra.







domingo, 17 de junio de 2012

Starless Night (V)

No sé cuánto tiempo estuve tumbada en la hierba y creo que en algún momento llegué a quedarme dormida, pero cuando me levanté tenía todo el cuerpo agarrotado y tuve que dar unos cuantos saltos para poder andar de forma normal.
Cuando iba de camino hacia casa me di cuenta de que estaba vibrando el móvil. 
¿Quién sería a estas horas? Igual era Bee, que se habría despertado y no me habría visto... Ya podría haber sido ella.
Él. Vaya. 
La pantalla parpadeante me mostraba el nombre que más miedo tenía de ver en ese momento. ¿Qué podía hacer? 
"No, no, no, no, esto no me puede estar pasando" - pensé. Pero sí, estaba pasando y probablemente si tampoco respondía a esta llamada nunca volvería a tener la oportunidad de hablar con él, no esperaría una explicación eternamente, aunque yo no sabía cómo dársela... Aún así, respondí.
-H-hola.
-Vaya, hola, ya pensaba que no me me responderías nunca...
"¿Qué hago? ¿Qué digo? Oh dios, no puedo, no estoy preparada. No, no".
-Bueno, qué tal todo, hace mucho tiempo que no sé de ti... Algún mensaje para saber que estaba bien no habría estado mal del todo.
-Eh... B-bueno... L-lo siento...
"Espera, ¿por qué estaba diciéndole que lo sentía? ¿Qué estoy haciendo? No, no volveré a dejar que me controle a su antojo" - así que me recompuse lo mejor que pude y puse la mejor voz que me salió.
-Vaya, bueno, es decir, yo tampoco me esperaba que me llamaras, a fin de cuentas ha pasado un año, y lo de si estoy bien o no... Creo que ya es un poco tarde para preguntar y si quisiera haberte dicho algo lo habría hecho al poco tiempo de irme, así que iré al grano, ¿qué quieres?
Oí una risa a través del móvil. Vaya... hacía tanto que no le oía reír...
-Tan a la defensiva como siempre, ¿verdad? No has cambiado nada. 
No sé si he hecho bien... Sé que no es justo, pero no podía dejar de pensar en todo lo nuestro a lo largo de todo este año, y mucho menos de olvidarte... Y bueno, eso, no sé cómo vas a reaccionar a esto... Estoy en Barcelona.
"¿Que ha dicho que está dónde? ¿B... Bar... Barcelona? Si, creo que ha dicho eso.
¿Dónde vivo yo? Eh... En Barcelona, ¿no?" - me había dejado completamente deshecha. Estaba en Barcelona. No estaba preparada ni para una llamada como para encima verle. Bueno, a ver, calma, calma. ¡CALMA!
-¿E-en qué parte de Barcelona?
-¿Dónde estás tú? Voy a donde quieras.
-Estoy en el parque Güell.
-Espérame en la salamandra. No tardaré mucho.
"Espera... ¿Ha dicho que va a venir a verme? Vaya..."
La verdad es que no sabía cómo me sentía en esos momentos, porque por dentro era todo un huracán, aunque conseguí atisbar el boceto de uno en especial. Felicidad.
La verdad es que no sé cómo llegué hasta la salamandra ni cuánto tiempo esperé. Porque del tiempo entre que colgamos hasta que le vi no recuerdo absolutamente nada.
Con su aparición, sentí que las piernas me fallaban y sólo pude tirarme al suelo y llora.
Cuando llegó a mi lado y se dedicó a abrazarme, en silencio, aguantando mi llanto, lo único en lo que pensaba es que no quería que se separara de mi, su olor era todo lo que necesitaba.

viernes, 15 de junio de 2012

Starless Night (IV)


"Hace un año que vine aquí. Hace un año que lo abandoné todo y empecé de nuevo."
Me pasé toda la mañana absorta en mis pensamientos. Hacía un año... El tiempo pasaba demasiado rápido.
Me había ido sin dar ninguna explicación. Dejándole plantado...
¡NO! Tenía que seguir adelante, todo eso ya lo había dejado atrás... ¿Entonces por qué me sentía tan mal? Sobre todo me sentía mal por él. Él se merecía algo más que una casa vacía, sin signos de que yo hubiera pasado allí y un montón de llamadas sin contestar. Pero no podía más. Allí me ahogaba, sentía cómo poco a poco me iba a apagando, condenada a pasar toda mi vida atrapada en la misma rutina, sin nada interesante. Aunque lo único que me proporcionaba algo de luz era él, y le había dejado así...
Me acurruqué entre mis piernas, deseando poder verle una vez más, decirle que no se preocupe, que todo me irá bien... Pero estaba segura de que ya habría hecho otra vida sin mi, y si ahora volviera a hablar con él se abrirían heridas sin curar que teníamos los dos, escondidas en lo más profundo de nuestro ser.
Cuando me quise dar cuenta Bee, me encantaba llamar así porque al andar hacía como un zumbidito, estaba entrando por la puerta y yo no había hecho nada de lo que debería haber hecho... Aparté esos pensamientos de mi cabeza y fingí estar dormida. No quería que ella me viera así, no...
Sé que ella me notó distante pero también sabía que no me iba a preguntar nada. Era mejor así, ya que yo no sería capaz de hablar de ello y me derrumbaría.
Por la noche, cuando ella ya se había dormido, me levanté, me puse una sudadera, las zapatillas y salí para ir al parque.
Cuando llegué me tumbé en la hierba, a contemplar las estrellas. Era una noche bastante despejada y se podían ver bastantes de ellas... Hacía mucho que no hacía esto y lo echaba de menos.
Me acurruqué mientras olía la sudadera. 
Creo que todavía olía a él.

jueves, 14 de junio de 2012

Starless Night (III)

Creo que debíamos de estar locas.
Dos desconocidas juntas, sin saber por qué, sin saber qué decir, pero aún así, ninguna habría querido irse.
Esa primera tarde, en la que nos preguntamos unas pocas cosas sueltas y nos dedicamos mayormente a pasear en silencio, a la par, fue la primera de muchas y especiales tardes juntas. 
Al pasar por delante de la Casa Batlló ella se paró en seco, mientras me miraba.
-O-oye, Lucy, yo... Puede que parezca extraño decirte esto, pero... Creo que podríamos llegar a intimar mucho... Bueno, cuando paseaba por debajo de tu ventana y te escuché tocar la guitarra... No sé cómo lo supe, pero sabía que serías alguien especial. Algo así no me había pasado nunca, y puede que me cojas miedo por estas cosas, pensando, esta tía está loca, o lo que sea, pero hay algo dentro de mi cabeza que me lo dice y le he hecho caso.
Por toda respuesta me coloqué frente a ella y la abracé. Muy fuerte. 
No sabía muy bien porqué hacía todo esto. Yo no soy así. Yo no... Socializo. No hago amigos, no. Pero bueno, yo sentí lo mismo al verla y al decirme esto me he dado cuenta de que, de una forma u otra, llegaremos, como ella dice, a intimar mucho. 
Sentí que por fin había encontrado a alguien que me entendiera. 
Alguien que no fuera él. 
Esta ciudad era perfecta, pero faltaba él, pero ahora había encontrado a una sustituta y no iba a permitir que se me escapara.
-No te preocupes, Beatrice. No me voy a asustar tan fácilmente.
...
No sé en qué momento se mudó a mi piso, pero me daba igual. Yo había despertado de la burbuja en la que me había metido al llegar a esta ciudad y todo gracias a ella.
Vistas desde fuera, podíamos parecer una pareja extraña, pero nos daba igual todo, nos preocupábamos únicamente de tener dinero suficiente para vivir sin agobios y de pasar el mayor tiempo posible juntas.
¿He dicho pareja? Vaya... Tampoco sabría decir en qué momento llevamos la amistad al siguiente nivel, pero creo que ella lo había estado esperando desde la primera vez que nos vimos. Simplemente una noche, casi como de costumbre, se deslizó bajo mis sábanas, solo que esta vez no nos dedicamos solo a abrazarnos.

domingo, 10 de junio de 2012

Regreso.

Sientes cómo tu corazón se acelera y no puedes hacer nada por evitarlo.
Esperas pacientemente cada vez más nerviosa, y cuando llega y te estrecha entre sus brazos, te inunda la calma, entierras la cabeza en su pecho y le sujetas todo lo fuerte que puedes.
No puede escaparse de tu lado de nuevo. No puede.
Os tiráis aferrados el uno al otro hasta que tenéis los brazos agarrotados, pero da igual, no importa, no sientes dolor mientras él esté a tu lado y no decís nada, os quedáis saboreando el momento, porque no hacen falta las palabras, ya con los ojos os lo decís todo.
Podrías quedarte así eternamente, pero llega el momento de soltarse, y, aunque habéis estado un buen rato, para ti parece que sólo han pasado unos pocos segundos y le sueltas de mala gana.
Le ayudas con las maletas y os encamináis al coche, ya habrá momentos para hablar más tarde, no hay prisa, estáis juntos de nuevo y ya no hay nada que os separe.

jueves, 7 de junio de 2012

¿Vacaciones de ensueño?

En las vacaciones de Semana Santa fui con mis padres a  la montaña,  a una cabaña al lado de un lago, ya que mis padres pensaron que un chico de 17 años que se pasaba todo el tiempo que podía jugando a los videojuegos, debía tener contacto directo con la naturaleza. En el folleto todo era muy bonito, grandes árboles que poblaban el bosque, un lago de aguas cristalinas en el que se reflejaba un  cielo azul con sol resplandeciente pero cuando llegamos allí, había tormenta; las aguas del lago estaban turbias y el ambiente tenia algo que no me dio buena espina. No me gusta la lluvia y ese día parecía que se iba a inundar la tierra. Estuve de un humor de perros toda la tarde y no mejoró mi estado de ánimo la visita del vecino de al lado que vino a saludarnos muy efusivamente. Le calculé unos 25 años y venía acompañado de un gran perro que no paraba de ladrar y que me puso dolor de cabeza en cuanto entró por la puerta.
Durante tres días tuve que aguantar al vecino, a su perro y a mis padres de excursión mañana y tarde  por el campo.  Al menos por la noche podía descansar en la cama jugando a la PSP  mientras escuchaba música. A  la cuarta noche el vecino se presentó emocionado en casa animándonos a acompañarle para celebrar el solsticio de primavera con una pequeña hoguera en un claro del bosque desde donde se veía muy bien la luna que casualmente estaba llena esa noche. Mis padres se mostraron muy interesados con la idea pero a mi madre le estaba rondando uno de sus fuertes dolores  de cabeza y no se encontraba muy dispuesta. Mi padre no quería dejarla sola pero insistieron en que yo le acompañase y disfrutase de ese “momento único”.   Al salir de la cabaña la luz de la luna brillaba intensamente  y hacía que los ojos verdes de mi vecino relucieran y su pelo rubio pareciera más alborotado de lo normal. Lo más inquietante de todo era que su perro no había ladrado ni una sola vez, su pelaje estaba erizado y tenía una expresión muy fiera en la cara.
Llevábamos un buen rato adentrándonos en el bosque y desde hacía bastantes minutos tenía una sensación extraña que me incitaba a salir corriendo pero sabía que eso iba a ser peor.
Cuando llegamos a un pequeño claro lleno de rocas el perro se paró.
- ¿Aquí esta bien?- preguntó mi vecino. Me quedé perplejo ya que no tenía ni idea  a lo que se refería pero terminé de asustarme cuando el perro gruñó e hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Después de eso no me dio tiempo a reaccionar y cuando me di cuenta mi vecino me había agarrado para que no pudiera salir corriendo…
Al despertarme estaba en mi habitación y pensé que todo había sido un mal sueño pero al levantarme empezó a picarme mucho el costado por lo que me subí la camiseta y descubrí una mordedura de perro. Bajé con mis padres y no parecía que hubiera sucedido nada extraño.
-Cariño, ¿te apetece ir al lago? – me preguntó mi madre. – Vamos a ir tu padre y yo cuanto terminemos de desayunar.
-Ehh…claro mamá. – Lo cierto es que estaba demasiado atolondrado por lo que había pasado que no estaba en disposición de discutir y además sabía que no tenía elección.
Al salir de la casa vimos un cordón policial recorriendo la linde del bosque, un montón de policías pululando por los alrededores y unos cuantos curiosos intentando saber qué era lo que había ocurrido. Nos acercamos a una pareja que estaba al lado de la cinta hablando con un agente para ver si nos podíamos enterar.
- No traspasen la banda por favor, quédense a ese lado. Hemos encontrado a un chico que vivía aquí en el bosque. Parece que le atacó su perro.
-Madre mía, qué barbaridad.- dijo la mujer.
-No se preocupen señores, ustedes vuelvan a su vida normal.
Cuando se fue la pareja nos acercamos al policía para preguntarle si era nuestro vecino pero nos dijo que no lo sabían con seguridad pero había identificado al perro con el de nuestro vecino. Lo había encontrado al lado del cuerpo con sangre en las patas y en el hocico pero cuando se acercaron unos agentes a cogerlo les había atacado y se había ido corriendo.
Nos alejamos un poco de la gente y mis padres me preguntaron.
-¿Qué pasó anoche? ¿Tú estás bien? No te oímos entrar.
-Sí, si, yo estoy bien pero no sé lo que pasó. Yo me fui y él se quedó en el bosque con el perro, no sé nada más.
Los policías no tardaron en venir a interrogarme ya que fui la última persona que le vio con vida pero les dije exactamente lo mismo que a mis padres. El día que nos fuimos parecía que habían dado el asunto por zanjado ya que habían atrapado al perro y todo parecía correcto.
Cuando llegué a casa me puse a investigar sobre las leyendas de la zona y descubrí una que me pareció muy interesante. Había una leyenda que hablaba de hombres lobo y parece que ahora seré yo quien la haga real.
Han pasado tres meses desde que ocurrió todo eso y hoy regresa la luna llena. Pobre perro que cargó con la culpa de la muerte de su querido amo pero no debería haberme mordido. Si, yo le maté, pero inconscientemente. Cuando me convierto no soy consciente y hoy… Hoy es noche de caza.

lunes, 4 de junio de 2012

Starless Night (II)

Ya llevaba unos meses instalada y había conseguido un trabajo.
Un día en el que estaba tocando la guitarra cuando tenía la ventana abierta ya que hacía un calor insoportable, aunque lo peor estaba por llegar...
Supongo que ese día agradecí vivir en un primero piso por primera vez desde que vivía allí.
El caso es que cuando me harté de que el ruido de la calle no me dejara componer, me acerqué a la ventana a cerrarla y vi a una chica que estaba mirando hacia mi, pero cuando me vio aparecer se dio la vuelta y se fue casi corriendo.
Yo me quedé embobada mirándola. Era... Preciosa...
No, había venido aquí a olvidarme de todo... Lo de... Lo de él... Estaba demasiado reciente.
Sacudí la cabeza, cerré la ventana y me puse en serio a componer y me olvidé de ella... Al menos por unos días.
Iba paseando tranquilamente, de vuelta a casa, con la música a todo volumen, en mi mundo, imaginándome en un escenario, con mi acústica, delante del micrófono... Cuando me fijé en alguien que iba unos metros por delante de mi y al reconocerla se me aceleró el corazón y sin saber muy bien por qué comencé a seguirla, pero me di cuenta de que no habría tenido por qué hacerlo. Estaba siguiendo el mismo recorrido que el que tenía que hacer yo para ir a casa.
Cuando ella se paró delante del portal de mi edificio, mirando hacia mi ventana, me quedé clavada en el sitio, sin saber qué hacer, hasta que comencé a andar hacia la puerta.
Al verme llegar pegó un brinco y se apartó apresuradamente.
-"L-lo siento."
-"No te preocupes..." - le dije. Tenía tantas ganas de hablarla, de saber algo de ella... Pero ya se había girado para irse... Era entonces o igual no habría otra ocasión. -"Oye, sé que puede parecer una locura, pero... ¿Te apetece dar una vuelta?"

domingo, 3 de junio de 2012

Starless Night.

Me despedí de ti, y me di la vuelta, sin mirar atrás.
Todo será mejor así, pensé... Mejor a la larga, para ti.
Cogí el primer autobús que pasó, sin mirar hacia donde me llevaba, sólo quería alejarme, marcharme de aquel lugar donde había pasado toda mi vida y cuando llevaba unos minutos allí, lo tuve claro, sabía lo que quería. Era el momento perfecto, ya nada me ataba a ese lugar.
Sin saber cómo, conseguí llegar a casa y cuando me di cuenta, ya tenía una pequeña maleta llena de lo justo y necesario.
Cogí todo el dinero que pude en efectivo, mi guitarra y salí hacia la estación de trenes donde compré un billete hacia aquí, hacia la ciudad donde realmente sentía que pertenecía.
Alguien podría comparar mi antigua ciudad con esta y decir que no son muy distintas. Las dos grandes ciudades más importantes del país... Bah, para mi son completamente distintas.
Una es mágica... La otra sólo me traía recuerdos, muy buenos, si, pero también muy dolorosos, y yo necesitaba un cambio.
Cuando llegué aquí no tenía ningún sitio donde ir, pero no me importaba, sabía que encontraría algo, y así fue. Conseguí alquilar un piso al lado de... De mi parque.
Y todas las noches, salía, subía al punto más alto, me tumbaba en el césped, y contemplaba, el cielo, repleto de estrellas, esperando que tú también lo hicieras. A fin de cuentas, el cielo era el mismo.