jueves, 14 de junio de 2012

Starless Night (III)

Creo que debíamos de estar locas.
Dos desconocidas juntas, sin saber por qué, sin saber qué decir, pero aún así, ninguna habría querido irse.
Esa primera tarde, en la que nos preguntamos unas pocas cosas sueltas y nos dedicamos mayormente a pasear en silencio, a la par, fue la primera de muchas y especiales tardes juntas. 
Al pasar por delante de la Casa Batlló ella se paró en seco, mientras me miraba.
-O-oye, Lucy, yo... Puede que parezca extraño decirte esto, pero... Creo que podríamos llegar a intimar mucho... Bueno, cuando paseaba por debajo de tu ventana y te escuché tocar la guitarra... No sé cómo lo supe, pero sabía que serías alguien especial. Algo así no me había pasado nunca, y puede que me cojas miedo por estas cosas, pensando, esta tía está loca, o lo que sea, pero hay algo dentro de mi cabeza que me lo dice y le he hecho caso.
Por toda respuesta me coloqué frente a ella y la abracé. Muy fuerte. 
No sabía muy bien porqué hacía todo esto. Yo no soy así. Yo no... Socializo. No hago amigos, no. Pero bueno, yo sentí lo mismo al verla y al decirme esto me he dado cuenta de que, de una forma u otra, llegaremos, como ella dice, a intimar mucho. 
Sentí que por fin había encontrado a alguien que me entendiera. 
Alguien que no fuera él. 
Esta ciudad era perfecta, pero faltaba él, pero ahora había encontrado a una sustituta y no iba a permitir que se me escapara.
-No te preocupes, Beatrice. No me voy a asustar tan fácilmente.
...
No sé en qué momento se mudó a mi piso, pero me daba igual. Yo había despertado de la burbuja en la que me había metido al llegar a esta ciudad y todo gracias a ella.
Vistas desde fuera, podíamos parecer una pareja extraña, pero nos daba igual todo, nos preocupábamos únicamente de tener dinero suficiente para vivir sin agobios y de pasar el mayor tiempo posible juntas.
¿He dicho pareja? Vaya... Tampoco sabría decir en qué momento llevamos la amistad al siguiente nivel, pero creo que ella lo había estado esperando desde la primera vez que nos vimos. Simplemente una noche, casi como de costumbre, se deslizó bajo mis sábanas, solo que esta vez no nos dedicamos solo a abrazarnos.

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